Víctor Lelièvre
Apóstol del Sagrado Corazón
1876-1956
Un hombre conectado al Corazón de Jesús
Nació en Bretaña (Francia) el 4 de marzo de 1876, murió en Québec (Canadá) el 29 de marzo de 1956.
Físicamente, imponía por sus anchas y fornidas espaldas y por su paso pesado pero seguro. Su cabeza redonda, con dos ojos pequeños llenos de vida, parecía arrancar directamente sobre sus espaldas. Su voz, un tanto chllona, expresaba tan pronto la fuerza y el poder, como la dulzura y la bondad. Como el Cura de Ars, no era ni sabio ni letrado, pero se reconocía en él al "hombre de Dios".
Víctima de las persecuciones religiosas en Francia, al principio de siglo, este Bretón de una pieza, apenas llegado a Québec en 1903, se dedica a predicar el Evangelio a tiempo y a destiempo. Gran orador , sabe poner en práctica la divisa de los Oblatos:"me envió a evangelizar a los pobres". Su fe profunda le permite cada año reunir a grandes masas y "tomar la villa de Québec" para la fiesta del Sagrado Corazón. Inspirándose en el Evangelio, que conocía a fondo, puede realmente interesar de verdad durante horas a obreros, gente joven, sacerdotes, religiosas contemplativas u otros.
Todos los primeros viernes de mes, durante 25 años, este apóstol del Sagrado Corazón llegaba a realizar la impresionante hazaña de reunir durante una hora de adoración a cerca de 2000 obreros en mono de trabajo. En 1923, funda la casa de ejercicios espirituales Jesús Obrero donde se va a encontrar hasta su muerte con miles de hombres y de jóvenes Tiene el don de cautivarles hasta el punto de ganarles para Jesucristo y muy frecuentemente hacer de ellos apóstoles verdaderos. Una lista incompleta nos revela el número de 80 sacerdotes a los que él habría suscitado la vocación, de una treintena de religiosos y más de un centenar de religiosas. Este hombre, este sacerdote, este Oblato extraordinario, lo habéis adivinado, es el Padre Victor Lelièvre.
PESCADOR DE HOMBRES EN UNA LOCOMOTORA
Un apóstol de este temple, uno se le imagina con facilidad, no se detiene ante ningún obstáculo cuando se trata de ganar almas para Dios. Encuentra un día en la calle a una buena señora cuyo marido trabaja como maquinista de una locomotora. " Si nunca os encontráis con mi marido, le dice ella, tratad al menos de convencerle de que"cumpla con Pascua"... El alega siempre que no tiene tiempo". Algunos días más tarde, el Oblato espera el tren en el andén de la estación La Perade. Durante los pocos minutos de parada, el padre reconoce a su hombre montado sobre su caballo de acero. "Arturo, bájate un momento, quiero hablar contigo"- "Imposible, Padre, no tengo tiempo, parto en dos minutos"- Muy bien, déjame subir junto a tí." Y he aquí que el Padre sube los peldaños de la máquina. En un instante se encuentra al lado de su hombre. El tren parte, y Arturo calienta la caldera de su locomotora. Entre dos paladas de carbón, el Oblato calienta en blanco la conciencia de Arturo, arrojándole en la misericordia del Sagrado Corazón de Jesús. Dos días más tarde, esta misma locomotora debía caer accidentalmente en una rada del puerto de Québec, arrastrando a la muerte al penitente de la antevíspera.
UN MOLDE DE CURA
Otra aventura interesante ocurre en Francia, en las afueras de París. En un viaje por Europa, el P. Lelièvre es invitado a hablar a comunistas en un almacén cualquiera. Le presentan como tribuna un barril de gasolina. Durante más de una hora llega a cautivar a este centenar de "bravos corazones". Una y otra vez, les hace reír a carcajada, llorar, reflexionar y entrar en el fondo de ellos mismos. Al cabo de una hora, salen gritos de esa masa enardecida: ¡"Basta, basta!". El oblato cree haber equivocado su golpe... pero no, querían solo dejarle descansar, servirle vino y relanzarle de nuevo. Finalmente, "se pasa la gorra." El Padre no está de acuerdo, pero se le obliga a tomar los 210 francos de estos obreros embalados y entusiasmados."Guarde esto para Ud., le dicen, y permítanos hacer un molde de cura como Ud."
André Dorval OMI
En la foto: El P. Jacques Rinfret OMI entrega la "Positio" del P. Lelièvre al Cardenal Marc Ouellet PSS, Arzobispo de Québec.